
Prima de la rosa,
valle de pulpa,
ardiente llamarada.
El grito subterráneo
hace huir los pájaros,
los truenos de la tormenta
electrizan al caballo.
Yo sólo quiero tu voz
de océano blanco,
tus pies desnudos
para sentirme en la arena.
Hasta que pase el otoño,
huya todo el frío
con tu ternura.
Caigan todas las hojas
con tu cintura de oro.
Yo sólo quiero
la sinceridad del viento,
que embriaguen todas las cortinas
con el licor de tu pelo.
Y me despiertes en la mañana,
para levantarme
e ir contigo a la pradera,
con el sol radiante
y abundantes corolas,
juntos de la mano.
(BENJAMÍN LORCA)